Somos el único animal del planeta que lleva zapatos. Puede parecer una afirmación absurda pero la realidad es que ningún otro animal necesita de un elemento externo para proteger sus pies, patas o extremidades. ¿Entonces porqué llevamos zapatos? Con el paso del tiempo nuestras generaciones pasadas lo consideraron una medida de confort para no lastimarse los pies y evitar el frio. También una medida de estatus y de clase social.
¿Pero son necesarios los zapatos? Pues claramente sí siempre que sea necesario. Caminar descalzo permite al cuerpo reequilibrarse con la tierra y con uno mismo. Numerosos estudios hablan de los beneficios de sentir el suelo que pisamos. El cuerpo activa los mecanismos cerebrales. La biomecánica del pie en contacto con diferentes superficies hace que la postura se reorganice en función de la superficie. Algo muy beneficioso para la salud. En la era de la super-amortiguación nos hemos olvidado de sentir el caminar sobre el césped mojado, sobre las piedras, sobre las baldosas. Diferentes texturas que ayudan al cerebro a sentir cada paso y a analizarlo. Se inculca a los niños a trabajar las manos con distintas texturas para experimentar que se siente al tocar las diferentes texturas que tenemos en el entorno, pero a veces nos olvidamos de les pies.
Según se ha demostrado, las personas que andan de forma habitual descalzas tienen el antepié más ancho y distribuyen mejor el peso por toda la superficie de la planta. Apoyan mejor y reparten mejor la fuerza y el equilibrio. Además, tonifica las piernas y desarrolla una mayor fuerza muscular en los pies y las caderas. A su vez, es una buena terapia antiestrés, el placer de caminar descalzo por la orilla de la playa, pisar la hierba o la tierra del campo hace que el organismo se revitalice, se relaje y la energía fluya en su interior.
Hay muchos zapatos que simulan el estar descalzo. Los calcetines Collégien o Attipas son una segunda piel. Ayudan a no resbalar, pero mantienen toda la autonomía del pie en el movimiento. Especialmente indicados para los primeros pasos en lo que no es posible andar descalzo.